Esta área es la primera que, siendo primitivamente un cultivo de manzanos, ha permitido iniciar el diseño de volúmenes y estructuras elevadas característico de este Jardín. Es un diseño al servicio de las plantas, al objeto de conseguir microhábitats específicos y poder dar a cada especie sus requerimientos ecológicos. Estructuras a base de bancales y rocallas, con diferentes orientaciones y sustratos, que dan a las plantas unas condiciones de solana / umbría, sequedad / humedad, lo más similares posibles a su hábitat natural. Como elementos vegetales primitivos de esta área, se han conservado el tilo (Tilia platyphyllos), el árbol más grande y frondoso del Jardín, y todo en cañar (Phyllostachys aurea) de la llamada en Baleares caña blanca forastera.

 

Flora de maquias: la vegetación arbustiva esclerófila y densa es frecuente sobre todo en Menorca y en Mallorca. Acebuches, lentiscos, lechetreznas arbóreas, olivillo, son sus especies características. En Mallorca destaca la maquia con palmito (Chamaerops humilis).

Flora de garrigas y badenes o arroyadas: las garrigas y los badenes ocupan buena parte de la montaña mallorquina. Estas zonas originan una flora específica a partir de la degradación del encinar. Son especies de nuestras garrigas y badenes el romero, las jaras, la jara «joana», el carrizo etc.

Flora de montaña: las especies propias de la montaña baleárica se encuentran entre los 600m s.n.m. y las cotas más elevadas (1400m). En general forman parte de una vegetación esclerófila donde son frecuentes los cojinetes espinosos (Astragalus balearicus, Teucrium marum, etc). En algunos lugares más húmedos y frescos se hallan especies relictas como Acer granatense, Ilex aquifolium, etc.

Flora de brezales y tomillares: donde la luz del sol penetra fácilmente, se forman poblaciones de plantas heliófilas, muchas de ellas aromáticas como es el caso del romero, la lavanda, o el tomillo. Son frecuentes también el brezo, las retamas, y diferentes especies de orquídeas.

Especies rupícolas como Brassica balearica, Scabiosa cretica, Helichrysum ambiguum, Hippocrepis balearica, etc. aprovechan las grietas de las rocas para establecer su sistema radicular en un ambiente fresco y muy drenante. A su vez, están protegidas de los herbívoros depredadores, ya que viven en lugares inaccesibles.