Las especies de litoral rocoso, a lo largo del tiempo, han ido evolucionando y adquiriendo adaptaciones para poder vivir en estos hábitats rupícolas y fisurícolas, donde la influencia del salitre marino y del viento condicionan las características ambientales.

En la zona más próxima al nivel del mar, la sal es transportada por el viento disuelta en pequeñas gotas de agua que se depositan sobre toda la franja litoral. Las plantas que viven en esta franja tienen que soportar fuertes concentraciones salinas en el suelo y en el ambiente.

 

En los lugares más batidos por el viento, donde el salitre ya no tiene tanta influencia, se encuentran las comunidades de cojinetes espinosos o «socarrells». Su forma redondeada y compacta disminuye la superficie de exposición al viento, como defensa contra la pérdida de agua por transpiración, así como la espinescencia que, además, es una defensa contra los herbívoros depredadores.