El Ginkgo biloba es una especie dioica, de crecimiento lento, que se adapta perfectamente a cualquier clima. Crece de manera silvestre en China, Japón y Corea, mientras que en el resto del mundo es una planta cultivada.

Este árbol es considerado una reliquia del pasado, ya que es el último representante de la familia de las ginkgoacias, habitando el planeta desde hace más de 150 millones de años. Se le considera un fósil viviente, ya que se ha mantenido sin cambios a lo largo de las diferentes eras geológicas.

Sus hojas, de color verde intenso durante la primavera y de un brillante dorado en otoño, le dan un carácter arcaico debido a su forma flabelada y nerviación dicotómica.

El ginkgo es considerado un árbol sagrado por los orientales y apreciado también por sus frutos comestibles y sus propiedades medicinales.